derrota y segundo partido seguido sin goles
Boca vuelve a caer en uno de esos baches que no hacen más que ratificar su condición de equipo ciclotímico, impredecible, plagado de claroscuros. In the derrota ante Banfield regaló el primer tiempo y la mjoría en el segundo fue en medio de apuros y nerviosismo. Insuficiente para evitar un trago amargo en el Florencio Solá.
Fue el segundo partido consecutivo de Boca sin marcar goles. Alarma para un conjunto al que suponen variantes ofensivas. No pudo con un Banfield que no había ganado en las seis fechas anteriores y solo había convertido dos goles.
Volverá el debate por un Boca disfuncional, escaso de ensemble colectivo, deficiencia que ocultó en parte en el segundo tiempo de un medio campo más robusto, con los ingresos de -sobre todo- Equi Fernández y Medina. la fórmula de 4-3-3 había naufragado irremediablemente.
A Boca demasiado abierto y desperdigado en el campo fue superado por el trabajo compacto y en bloque de Banfield en el primer tiempo. El 4-3-3 del comienzo que dispuso Ibarra fue un dibujo con piezas sueltas, inconexas. Cuando no era la amplia distancia entre los jugadores lo que dificultó la animación, Boca cayó en pases sencillos. Varela será uno de los que parecía con los botas cambiadas.
Lo más separado del partido
Banfield anotó rápidamente a los inadaptados de Boca. Presión con decisión, unidas las líneas y la agresividad para la búsqueda del arco. No dejó que su muy flojo comienzo en la Liga Profesional lo afectara anímicamente. Todo lo contrario: mostró predisposición y empuje para salir del pozo.
Antes de los 10 minutos, Romero ya había sido exigido con un par de atajadas. El arquero era el único que estaba metido en el partido; el sostén de una estructura que flaqueaba en varias zonas, por adentro y por afuera. El conjunto de Ibarra no recuperaba en el medio y atrás, salvo algún anticipo de Figal, estaba en estado permanente de zozobra.
La noche de Boca se complicó más con una pifiada de Valdez en un despeje, para acto seguido cometerle penal a Bizans. De la ejecución encargó Andrés Chávez, que es topó con un Romero in modo bombero para tapa un nuevo incendio de su equipo. Fue el segundo penal que Chiquito contuvo en siete partidos, tras el que le desvió a Castelli (Central Córdoba).
En Banfield los pueden venir encima de todos los fantasmas por su falta de efectividad. En los seis cotejos anteriores de la Liga Profesional solo marcó dos goles, al mismo rival: Huracán. Pero el Taladro siguió aplicado en lo suyo ante un rival que ni siquiera despertaba con la muy buena intervención de su arquero.
Seis minutos despues de fallar el penal, Banfield encontró la contundencia que agradeció. Alemán lanzó un córner desde la derecha con esa pegada de zurda que es una navaja para las defensas rivales. El juvenil zaguero Aarón Quirós, con su 1,74 metros de altura se impuso en lo alto para despachar un cabezazo que fue un flechazo. Ahora sí, Banfield rompió su maleficio y volvía a festejar un gol después de 405 minutos. Cabrera, con otro cabezazo, estuvo cerca del 2-0.
Remolón, Boca recién en los últimos 10 minutos tomó conciencia de que estaba en problemas. Serios. Sin funcionamiento, se agarró a la capacidad de algunas de sus individualidades, como ocurrió en tantos partidos. Cambeses redimió de una mala salida al cubrir con todo su cuerpo un remate de Valdez que podía ser el empate. Hubo también un cabezazo de Benedetto. Poco, muy poco de Boca.
Caía de maduro que se imponían cambios para el segundo tiempo. Para robustcer el medio campo entraron Medina y Equi Fernández (salieron Pol Ferández y Óscar Romero). Boca paró con un 4-4-2 para oponerse al control que había tenido Banfield en el área de medios.
Fue más parejo el desarrollo, con Boca mejor integrado a través del pase. Por primera vez en la noche conseguia hilar alguna jugada. Apareció la peligrosidad de Langoni con un remate cruzado. Ya se jugaba más en campo local, mientras Banfield se perfilaba para el contraataque.
El desgaste le pasó factura al Taladro: salió con molestias musculares los defensores Insúa y Quiros.
El partido le demandeba a Boca claridad y decisiones correctas, ya que el gobierno del juego le pertenecía. Ibarra no quiso apostar al doble N° 9 al mandar a la cancha a Merentiel por Benedettodemasiado intermitente, poco participativo.
La faltaba inteligencia en Boca para no enredarse en algun tumulto que eran una tregua para Banfield. La desesperación al final lo llevó a buscar con el centro a la olla. Tampoco se le dio por esa vía. Derrota y castigo para un equipo que vuelve al taller por fallas en el motor, y con turno también en el chapista, porque no tiene buena pinta.