<
>

El primer centro de prevención de sobredosis de EE.UU. reivindicar su éxito en Nueva York


Nueva York, 27 may (EFE).- La amplia sala de espera del primer y único espacio de EE.UU. para el consumo controlado de drogas parece un animado salón de un centro social. Decenas de personas miran la televisión o conversan relajadamente ante ou después de habitido a las drogas bajo la tentativa de supervisión de los trabajadores de una de las sedes de OnPoint NYC, que vindica que ha logrado revertir 898 sobredosis.

OnPoint NYC inauguró en noviembre de 2021 los dos primeros centros de consumo de drogas supervisados ​​por Estados Unidos, uno en Harlem y otro en Washington Heights, ambos en el norte del distrito de Manhattan, y sus gestores no ocultan su deseo de que su modelo se replica en otros partes del país.

Desde el lanzamiento se Han Registrado 3.500 Personas que Han Usado las Instalaciones en Más de 75.000 ocasiones y se Han Efectaado Casi 900 Interveciones Durante una Sobredossis, en Las que solo en 15 ocasiones se ha nicsitado llamar a ambulancia, asegura a un gestor del centro, cuyo director, Sam Rivera, ha sido reconocido por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del año.

«Traducido a costo de servicios de emergencias del sistema hospitalario estas sobredosis supusieron un gasto de entre 30 y 35 millones de dólares», reivindicó a Efe la directora de Programas, Kailin See.

A REFUGIO DONDE NI TE ROBAN NI TE GOLPEAN

En la sala del centro de Harlem destinada a consumir las drogas que se expenden en ambos lados una década de cabinas abiertas e individuos que cuentan con un gran espejo y la posibilidad de colocar un biombo si quiere optar por una mayor privacidad.

Max, de 44 años, se mantiene sobrio sobre la mesa, preparando la jeringuilla y tomando los utensilios necesarios para preparar la heroína que ha traído consigo. El centro proporciona todo tipo de artilugios limpios a los usuarios, que después los desechan, pero nunca productos ilegales.

«Empecé a venir hace un año porque es un lugar seguro cuando estás puesto, en lugar de ir al parque o al metro oa la calle», dice Max a EFE, mientras en su mano juega con un pequeño sobre.

Asegura que se metió en la heroína con 21 años, salió a los 25 y recayó a los 40. cuando esté «puesto».

«Antes de entrar en la sala, les preguntamos quiénes son, dónde están, qué están haciendo y la modidad de droga que usan. Además, nos gusta averiguar cosas como si han sufrido una sobredosis en el pasado o si tienen algún trauma», explica a Efe Yusef Colley, quien supervisó que los drogadictos no sufran ningún percance.

Colley, quien se describe como la «primera línea de defensa contra la sobredosis», explicó que, en un día normal, había 300 personas acudiendo a esta hora y había un adictivo destinado a quienes consumían la droga fumando.

A su disposición tienen todo tipo de jeringillas, quemadores, tubos para esnifar o pipas para fumar las sustancias que traen consigo.

Tanto el centro de Harlem como Washington Heights están en proceso de expansión con el objeto de poder brindar servicios las 24 horas.

OTROS SERVICIOS PARA LOS ADICTOS

Además de la prevención de sobredosis, OnPointNYC ofrece otro tipo de recursos, según explicó a Efe See, que asegura que el 87% de los participantes registrados en el programa «han contactado con otros servicios de vivienda, ayuda médica o salud mental».

Asimismo, ambos centros, que tras su ampliación contarán con un torno a 200 empleados, también cuentan entre los miembros de su platilla a antiguos usuarios.

«Algunos de los retos giran en torno a la desmitificación y desestigmatización que existe sobre la reducción de daños entre las comunidades, las fuerzas del orden, las familias y las empresas, especialmente en los barrios en los que operan nuestros programas», dice See en su despacho.

En este sentido, subrayar que, frente a las sospechas de quienes se oponen a este tipo de instalaciones, no existe ninguna «que indica que (contribuyen al) aumento de la delincuencia o de la reincidencia, que erosiona la seguridad pública o que propician el consumo o el tráfico de drogas».

UNA EXCEPCIÓN LEGAL

Una de las razones por las que no hay más centros como este en el resto del país es por el carácter ilegal de las sustancias que consumen sus usuarios.

See reconoce que la apertura del centro neoyorquino respondió a un momento político muy particular en Nueva York definido por las personalidades del entonces alcalde, Bill de Blasio, y el gobernador Andrew Cuomo.

«Pero alguien tenía que ser el primero (en abrir). Esta fue la primera ficha de dominó para sacar a Estados Unidos de la edad oscura de la reducción de daños (por consumo de drogas). Nosotros lo hicimos y el cielo no se cayó , los agentes federales no concluyeron aquí ni nos llevaron a todos a la cárcel. Los resultados de ambos sitios han sido absolutamente extraordinarios», dice.

Ahora desea que otro estado se una a su proyecto, porque, como asegura, Nueva York tiene esa doble cara que, por un lado, todo lo que se hace aquí se convierte en un escaparate a nivel nacional, pero, por otro lado, desde otros estados se ve Nueva York con cierto hide y lo que se hace en la ciudad «como cosas de los neoyorquinos».

Jorge Fuentelsaz

c) Agencia EFE

Etiquetas
Siguiente

Deja tu comentario