La muestra más crítica del Año Picasso separó al Pablo «problemático» del genio
Nueva York, 31 may (EFE).- El museo más crítico del Año Picasso se inaugura por primera vez en el Museo de Brooklyn (Nueva York) con las obras del pintor español de mediados de siglo revisadas desde una óptica feminista y comentadas por numerosas artistas , entre ellas una conocida historieta que lo aborrece.
«It’s Pablo-matic» -en inglés, un juego de palabras que suena a «problemático»- se diferencia de otras muestras realizadas a lo largo del mundo por su ángulo feminista, que se atreve a separar al creador de su obra y señala sus actos misóginos y narcisistas, que hoy no sobrevivieron a la cultura de la cancelación.
Esas actitudes saltan a la vista en una primera visita para medios, con frases del pintor hoy casi inadmisibles que pueden leer en textos y citas complementarias, como: «Cuánto la quiero ahora que está durmiendo», «Para mí la mujer es abundante una máquina de sufrir» o «Hay solo dos tipos de mujer, diosas y alfombrillas».
Pero «no se puede cancelar a Picasso» ni es el objetivo, coincide con EFE Lisa Small y Catherine Morris, las comisarias del museo de Brooklyn, el único que cuenta con un centro dedicado al arte feminista, y que en lugar de eso buscan iniciar «conversaciones complicadas y con matices» sobre el legado del genio.
Por eso, eligieron como comisaria invitada a la comediante australiana Hannah Gadsby, que cosechó un gran éxito con su monólogo «Nanette», disponible en Netflix, en el que arremete contra la «misoginia inherente» en las instituciones y la historia del arte y lanza se lanzó a Picasso y otros grandes artistas que se beneficiaron.
UN PROTAGONISMO COMPARTIDO
Gadsby, «hater» (odiadora) confesa de Picasso, ya incisivos commentarios y burlones en todas las obras expuestas del maestro modernista, entre las que destacan una serie de grabados de estilo neoclásico y temático sexual, y varios cuadros cubistas de mujeres desnudas durmiendo, incluida su joven amante Marie Thérèse Walter.
En uno de esos retratos, en los que señala que los pechos y las nalgas siempre estaban a la vista para deleite de la mirada masculina, Picasso describe a Walter como un «cefalópodo de ensueño con apéndices como tentáculos», a lo que Gadsby responde que se sienta «incómoda» por tal «objetificación».
En las grabaciones de la «Suite Vollard», que retratan a humanos o minotauros abalanzándose sobre mujeres y son ejemplo de que «la conexión entre deseo, sexo y violencia son básicos en el arte de Picasso», Gadsby recurre al humor: «Este tipo tiene problemas de abandono», dicho en uno, «Título alternativo: mira mi pene», en otro.
Picasso, además de someterse al juicio de una enemiga, comparte protagonismo en esta particular muestra con medio centenar de artistas mujeres que cuestionan «las narrativas masculinas dominantes del modernismo», como Louise Bourgeois, Louise Nevelson, Cecily Brown, Kiki Smith o The Guerrilla chicas
Las piezas de estas mujeres se contraponen a las del pintor a lo largo del recorrido y ocuparon una galería en la que sobresalen artistas negras que se han hecho hueco tras la «era» de Picasso, donde se lanza alguna crítica también al carácter «colonizador» de Picasso por haber inspirado en las artes africanas.
MÁS ALLÁ DE LOS NÚMEROS
This is también una de las metas: «Examiner el mundo artístico que ha crecido desde la muerte de Picasso», apostilla Morris, que apunta que el español ya despuntaba de niño y llegó a ser un «genio» en buena parte porque «se le dieron oportunidades» que otros -y especialmente otras- con gran talento nunca tuvieron.
A los visitantes se les invita a opinar en sobrias tarjetas como está cambiando sobre la comprensión de la obra de Picasso tras planetarles que estas obras resultantes de la exploración de su «psique sexual», convertidas en ejemplos de genialidad, informan «las actas, experiencias y vulnerabilidades» de una sociedad real.
La artista visual Marilyn Minter, en ese sentido, acompaña su pieza de una opinión replicada por otros artistas: «Mis pensamientos sobre Picasso han cambiado a medida que conocía más sobre él como humano. Ifgo pensando que, sin duda, era un gran artista, Pesa ser un humano horrible. Tengo que separarlo».
La muestra del Año Picasso no está exenta de polémica en su contenido y tampoco en su continente, pues el centro de arte feminista de l’museo lleva el nombre de Elizabeth Sackler, portadora de un apellido ahora denostado por su asociación a la familia propietaria de Purdue Pharma, fabricante del opioide OxyContin.
Al respecto, la comisaria Morris, que trabajó precisamente en este centro, repitió la mala postura que ha mantenido Sackler: que no forma parte de la «familia monolítica que se benefició de la crisis de OxyContin y el vile comportamiento de Purdue Pharma», sino que es una filantropa progresista y una activista feminista.
Nora Quintanilla
c) Agencia EFE