Perdón, pero qué feo es lo que ha hecho (Jenni) Hermoso

Voy a empezar por lo que me sube del estómago como un obús. Algo falla si vivimos en un país en el que sus leyes pueden permitir que un ciudadano acabe en la cárcel por el piquito/besito y un prófugo de la justicia, desde el extranjero, cambie decretos del Consejo de Ministros y gobierne de facto, incluso anunciando su visita a Barcelona un día concreto a un mitin y el Estado y el Ministerio del Interior es tan de Mortadelo y Filemón que se les escapa en sus morros. Aquello pareció una chirigota
Sé que este artículo me traerá incomodidades, incomprensiones y ataques, pero si acepto la autocensura como forma de comodidad y acepto como veto la bola de fuego de las redes sociales pobladas por todo tipo de pelajes con más o menos fundamentos, realmente lo que estoy haciendo es colaborar hacia la dictadura invisible del miedo a expresarme. Y hoy día van ganando las jaurías que se montan en las redes insociables para dominar el relato y amedrentar a quien quiera expresar libremente otra opinión diferente a la de la jauría, que de ningún modo, es la opinión general dominante, sino sólo la de una parte (probablemente minoritaria pero muy tozuda en ocupar ese espacio).
No lo puedo soportar más. Me traiciono a mí mismo si no digo lo que pienso. Porque si me callo, ganan dos veces los y las que no piensan como yo o como miles como yo. Ganan, primero, porque no se escucha o lee otra versión y quedan silenciadas miles de personas que piensan así. Y segundo, porque sólo se escucha la otra opinión.
Esto no es una cuestión de hombres y mujeres. Ni de machirulos y feminazis. Ni de todas esas etiquetas maniqueístas que pueblan los medios de comunicación sembrando el odio y el enfrentamiento entre personas. Esto es una cuestión de sentido de común y no de sexos.
Conocidos los hechos desde el principio y ahora refrescados por el juicio y las declaraciones de todos, a mí me parece muy feo lo que ha hecho Jenni Hermoso. Y no la entiendo. Me gustaría preguntarle respetuosamente sólo una cosa: «Jenni, ¿por qué y quién te hizo cambiar de opinión de tus declaraciones en la COPE la misma noche del besito a la denuncia por agresión sexual 16 días después?».
¿Cómo se ha llegado a ese cambio?
He acudido a la hemeroteca y en esa fecha estuvo muy activa Yolanda Díaz, afirmando que «Jenni se había convertido en una referencia por su valentía y su integridad» o «Jenni estamos contigo y con todas las mujeres #SeAcabó».
Es más, enseguida se produjeron reuniones y ruedas de prensa conjuntas de la Ministra con la presidenta del sindicato FUTPRO de fútbol femenino.
Jenni sabrá si se dejó utilizar o arrastrar para alimentar a un partido o a un debate político. Lo que es evidente es que Jenni ya nunca será la Campeona del Mundo de Fútbol Femenino, sino «la del beso», por culpa del exceso chusquero de Rubiales y por culpa también del camino que eligió ella.
Este asunto que se dilucida en los juzgados nos afecta a todos; no sólo a Jenni Hermoso y Rubiales. Es un tema muy serio que además nos marcará como país de cara al mundo.
«Meten en la cárcel al expresidente de la RFEF por el besito a una jugadora en las celebraciones por ganar la Copa del Mundo». Ese titular transmitirá dos corrientes que defenderán dos modelos de pensamiento:
1.- ¡Qué avanzados son en España!
2.- ¡Qué ridículos son en España!
Después de la final y del beso, esa misma noche existen todo tipo de imágenes de Jenni en el autobús presumiendo o enseñando esas imágenes, con una sonrisa en la boca, comentándolas con sus compañeras. Una persona que ha sido víctima de lo que cualquier mortal entiende como una agresión sexual no es posible que esté así de relajada y sonriente.
Una persona que ha sido víctima de agresión sexual no sale sonriendo en imágenes en el vestuario postpartido, abrazada con Rubiales participando de una broma de «nos vamos a Ibiza celebrarlo y allí celebraremos la boda de Jenni y Rubiales». Ese video existe. Está ahí. No se puede borrar. Y finaliza con un grito unánime de todas las jugadoras de «Ibiza, Ibiza, Ibiza…». Busquen esas imágenes. Están por todos sitios.
Es importantísimo que escuchen, elevando el volumen, estas declaraciones realizadas por Jenni Hermoso, horas después del besito en una entrevista en la Cope. Son las 23.30 horas del día de la final, del día del piquito.
Les ruego que las escuchen con tranquilidad sólo un minuto y veinte segundos. Del minuto 37.30 al 38.50.
Transcripción de las declaraciones: Jenni Hermoso: «No me lo esperaba, pero a mí no me importa, no me ha gustado, pero a día de hoy todo va a estar mal visto por los ojos de quien lo mire. Ha sido el momento, la efusión… yo puedo decir que no hay nada más allá y que se va a quedar en una anécdota y ya está y la gente, quien le quiera dar bombo, se lo va a dar, pero a mí lo que me importa es que somos Campeonas del Mundo con la estrella bajo el pecho…».
Juanma Castaño, en Cope, se despide con tono distendido: «Bueno Jenni, felicidades, un beso… en la mejilla, que no quiero líos». Y Jenni se despide con risas: «Jajaja en la mejilla… donde quieras… jajaja».
El juez sentenciará lo que considere. Y no será una sentencia definitiva. Louzan, presidente de la RFEF, había sido condenado por varios jueces e instancias judiciales por prevaricación y llega el Tribunal Supremo y dice que no hay nada de nada y lo absuelve sentenciando que no hay delito y lo anula todo. A mí estos vaivenes me dejan K.O. Resienten y fracturan mi confianza en la justicia. ¿Cómo puede ser que varios jueces vean las cosas de una manera previamente en juzgados de lo penal y la Audiencia Provincial y el Tribunal Supremo de otra totalmente contraria? ¿Tan diferentes son los hechos?
Por ese motivo le daré poca importancia a la primera sentencia del juez, porque luego vendrán recursos y años y años.
Yo les digo una cosa: olvídense de la Ley hecha por humanos, votada puntualmente por políticos humanos interesados de ese momento. Acudan al sentido común. Acudamos a lo más puro que seguramente hay en la Tierra: una madre.
Si su madre, o la mía… o incluso la de Jenni Hermoso, ve todas las imágenes que les he dicho y escucha las declaraciones de la jugadora… ¿Usted cree que cualquiera de nuestras madres diría que Rubiales es un agresor sexual que debe ir a la cárcel?
El problema aquí es definir qué es una agresión sexual. Y aquí es donde entra la política que lo ensucia todo. ¿Cómo se hace una ley? A alguien se le ocurre una Ley y el proceso es el siguiente.
Ejemplo. Ese albañil que históricamente está sobre el andamio y pasa una mujer guapa por la acera de enfrente. El albañil con tono pícaro pero agradable le dice: «Ole las mujeres guapas, ole ese garbo y ole ese porte de reina…. Espérate que bajo del andamio a ponerte mi rebeca de alfombra para que pises. ¡Guapa! Ay, dios mío».
No pongo el caso al contrario porque no suele haber muchas mujeres en el andamio (dicho sin segundas intenciones, antes de que me insulten) y en todo caso a mí me encantaría que una mujer me diga semejante piropo agradable.
Pero resulta que a alguien se le ha ocurrido que proferir un piropo no consentido a una mujer o dirigirse a ella en tono sugerente debe ser sancionado con multas de 3.000 a 6.000 euros según el piropo sea más o menos lascivo o sugerente. Se somete dicho texto a informe jurídico previo y a partir de ahí:
Semejante idea la presentan en el Congreso un grupo político de pongamos 10 diputados y diputadas. Y resulta que ese grupo político lo necesita el Gobierno para tener mayoría y poder gobernar. El Gobierno o grupo político mayoritario, aunque le parezca un exceso o una ocurrencia, acaba por apoyar dicha Ley porque le interesa más poder seguir gobernando que rechazar semejante idea.
Y a partir de ahí, que se preparen los albañiles o cualquier otro.
Lo de arriba es un ejemplo que entiende todo el mundo. No quiero meterme en profundidades jurídicas metiendo el bisturí porque voy a difuminar lo evidente y no soy jurista.
Pero al menos acudiré a la Ley que da soporte a este caso que se ha montado por el famoso piquito.
Artículo 178 del Código Penal, de reciente creación en 2022 y retocado en 2023. Impulsado por Podemos y fundamentalmente Irene Montero y Sumar de Yolanda Díaz.
1. Será castigado con la pena de prisión de uno a cuatro años, como responsable de agresión sexual, el que realice cualquier acto que atente contra la libertad sexual de otra persona sin su consentimiento. Sólo se entenderá que hay consentimiento cuando se haya manifestado libremente mediante actos que, en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona.
2. Se consideran en todo caso agresión sexual los actos de contenido sexual que se realicen empleando violencia, intimidación o abuso de una situación de superioridad o de vulnerabilidad de la víctima, así como los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuya situación mental se abusare y los que se realicen cuando la víctima tenga anulada por cualquier causa su voluntad.
Y el siguiente artículo es para los malvados que sedan, drogan o incapacitan a la víctima.
3. Si la agresión se hubiera cometido empleando violencia o intimidación o sobre una víctima que tenga anulada por cualquier causa su voluntad, su responsable será castigado con la pena de uno a cinco años de prisión.
Aquí está lo que va a resultar relevante jurídicamente a efectos de una condena: se tratará de demostrar si hubo o no consentimiento y si el beso se produjo en una situación de abuso de superioridad.
Los hombres tenemos ahora la espada sobre la cabeza de cómo demostrar el consentimiento si una mujer te denuncia.
Y las mujeres del miedo de cómo un hombre con buenas intenciones se va a atrever a cortejar, conquistar y seducir a una mujer.
Por cierto la Ley no debe excluir sexos, aunque la redacción del 178.1 citado anteriormente habla de «el que realice» y no matiza «el o la que realice actos que atenten». Lo digo porque también puede ser al revés: el hombre denunciar a una mujer, por infrecuente que pueda ser.
En toda hipérbole de cualquier cosa acabas consiguiendo el efecto contrario al perseguido.
Estoy en las antípodas de Rubiales y desde luego no es santo de mi devoción. Su comportamiento en la final del Mundial femenino me pareció soez, chusquera e impresentable. Una actitud que se corresponde con su chulería habitual y su proceder años atrás, justificado por políticos con tortícolis que ahora lo carroñean y van de justicieros sociales.
Cogerse los genitales en un palco, en una final de un Mundial, con toda esa exposición mediática, junto a la Infanta y la Reina; coger a una jugadora y echársela a la espalda como si fuese un saco de patatas… Todo eso es feísimo. Es indecoroso para un cargo como el que representaba. Son motivos para que sea destituido con deshonor del cargo. Pero oiga, ¿para meterlo en la cárcel por el besito? Es probable que a Rubiales puedan tener otros motivos para meterle mano, pero por esto es una exageración.
Coacciones. Sobre todo lo posterior, cuando la ola mediática fue creciendo, es evidente lo que pasó. Me refiero a las presuntas coacciones a Jenni Hermoso por las que también se juzga a empleados de la RFEF (alguno muy simple como Luque). Pese a la resistencia de Rubiales (que se cree un macho ibérico puro, cabezota y a veces troglodita, que no quería ni hacer un video disculpándose, porque en su fuero interno él no había hecho nada ni tan siquiera inconveniente) un montón de empleados de la RFEF estuvieron intentando suavizar el lío, pidiéndole a Jenni que apareciese con Rubiales haciendo simplemente lo que había hecho libremente y con pleno uso de sus facultades, aquella noche en la COPE, en el vestuario y en el autobús con risas. La agobiaron y presionaron para salvar el puesto de Rubiales, pero no para salvar su entrada en prisión, porque nadie podía imaginar que aquello iba a acabar en la Fiscalía.
Con toda humildad pienso que incluso esta denuncia de Jenni Hermoso por estos hechos concretos debilita la justicia y la lucha de las mujeres que verdaderamente son objeto de agresiones sexuales, como todos podemos entender que es esa atrocidad. E incluso creo y sé que hay muchísimas mujeres que no están de acuerdo.
Rubiales con la condena social ya tiene una sanción casi eterna. Pero como lo metan en la cárcel, tengo para mí que acabará siendo una víctima de la hipérbole, una pieza de la caza política y se conseguirá el efecto contrario. ¿Le habrá valido la pena a Jenni Hermoso?
Posdata 1: Tampoco metería en la cárcel en el caso de ser probados los presuntos tocamientos de Mapi León a Daniela Caracas en sus partes íntimas, en el transcurso del partido FC Barcelona-RCD Espanyol, aunque con altavoz mediático interesado, un poco de salsa política interesada y retorciendo el artículo 178, un fiscal motivado puede armar una denuncia. Claro que, con la Ley actual, hasta Míchel (Real Madrid) podría haber acabado en el calabozo por sus reiterados tocamientos a Valderrama (Real Valladolid). Aquí ha sido mujer con mujer y no he visto tanto ruido ni tanto escándalo. ¿Por qué?
Posdata 2: Reciba mis disculpas a quien no opine como yo. Sólo pido que se me respete que yo pueda opinar, aunque sea diferente a la de él o ella.
Mi #YaEstáBienNoValeTodo, frente a su #SeAcabóYoSíTecreo. Estoy preparado para recibir el tsunami, desde la convicción de lo escrito.