ACB, siglas de unión por el baloncesto
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El baloncesto, el deporte ideado por James Naismith a finales del siglo XIX en Estados Unidos, necesitaba una profesionalización y una estructura bien definida en España una vez el deporte se había convertido en global, tras la creación de la NBA y la aparición de los Bill Russell o Wilt Chamberlain. La expansión era notoria, aunque nada que ver con la que se ha produjo desde los 80-90 hasta nuestros días (por repercusión, segundo deporte en rango por detrás del todopoderoso fútbol). Por ello la Liga Nacional creada en 1957 se quedaba corta. Seis equipos en su germen, el Real Madrid y el Estudiantes por parte de la Federación Castellana y el Barça, Joventut, Orillo-Verde y Aismalíbar de Montcada desde la Catalana, se antojaban pocos. También se necesitaba dar un impulso a la aceptación del aficionado en esas dos décadas, 60 y 70, en las que algunos actores principales vieron que su deporte no alcanzaba las cotas de éxito para las que estaba preparado.
Desde 1968, sólo once años después de comenzar una ambiciosa Liga en España, surgieron amplias discrepancias sobre el modo de llevar la misma, que recaía en la Federación Española de Baloncesto. Como recogen Juan Antonio Casanova y Manuel Moreno en su magnífico serial Forjadores De La ACB, la semilla la plantó un joven entrenador guipuzcoano: José Antonio Gasca. Se discutiría en años posteriores sobre asuntos como la ampliación de los cupos de extranjeros o el formato de doble vuelta, pero la batalla importante era la del trono. “Hay que dejar sentado para siempre que son los clubes y sus representantes, las federaciones provinciales, quienes deben defender su futuro y el modo en que desean jugar”, dijo en la revista Rebote en aquel tiempo. Gasca fue el que puso en la mente de muchos la palabra Asociación. Otro histórico, Alfonso Queipo de Llano, al que perdimos en 2022, se recreaba en esa misma idea: “Los clubes estaban en manos de unas personas que ponían su dinero pero no eran dueños de unos destinos que acababa manejando la Federación Española”. La dirección estaba clara.
Entre tanto tira y afloja, no sólo entre la Federación y los equipos de la Liga sino entre algunos de los dirigentes, el Cuartel de la Montaña de Madrid, espacio hoy conocido por el Templo de Debod, fue el lugar en el que el 24 de julio de 1981 se llegó al consenso. El entendimiento se hizo posible en una reunión con asistentes como Lolo Sainz (Madrid), Josep Mussons (Barcelona), Miguel Ángel Bufalá (Estudiantes), Pere Antoja (Cotonificio), Carles Casas (Manresa), Ignasi Anglarill (Bonanova), Manuel Sánchez (Valladolid), José Antonio Hidalgo (Náutico), Juan Fernández (Ferrol), Pepe Cabrera (Canarias), José Luis Rubio (Zaragoza), Santiago March (Joventut) o el mencionado Queipo de Llano en representación del Caja de Ronda. El último era Antoni Novoa, del Granollers, que terminaría siendo el primer presidente. Las siglas de entrada fueron ACEB.
Se entró en un nuevo formato, en el que empezaron participando dieciséis conjuntos hasta llegar a los -por ejemplo de actualidad- los dieciocho del presente curso.
De aquellas Bufalá, que continúa como directivo en el Club Baloncesto Estudiantes estos días, dejó una impagable frase para ilustrar lo que supuso aquella unidad de los clubes, extrapolable en otros ámbitos: “Si no existiera la ACB sería como si no existiera la Seguridad Social”. Con esa nueva mentalidad, apartando a la FEB de Ernesto Segura de Luna de las funciones organizativas (el abogado abandonó la presidencia federativa un año después), la Asociación tomó forma definitivamente con el comienzo de una renombrada Liga.
De la primera a lo que vino después
El empujón que se dio a la competición desde Televisión Española ayudó sobremanera a la estabilización de la Liga en base a la asociación. Pero era época de apostar. La ACB pagaba a TVE por la publicidad en pabellones, de primeras no recibió nada por ese contrato. Luego llegaría el cerrado de Canal+, con el que se sigue manteniendo el debate sobre si aquello se llevó un pellizco de aficionados por delante o sólo hizo más vistoso el producto de cara al televidente. En el nuevo siglo se volvió a la Española, aprovechando su programa contenedor del fin de semana, y se volvería a repetir el traslado al pago, ahora ya con la denominación de Movistar, sacando un contrato de televisión con porciones a repartir entre los clubes (lo que se pretendía con la primera inversión).
La introducción del playoff fue una revolución de aquellas en los años ochenta. Una de las principales para el espectador, sin duda. Como la comparativa con el fútbol siempre se hace con distancia, pero se hace, el formato continúa siendo analizado con avidez todos los años para comprobar si se le puede sacar más jugo a la liga doméstica de baloncesto más atrayente después de la NBA.
El primer chispazo dentro de la cancha, donde había menos unidad que fuera de ella, vino en la primera final. Una pelea entre Mike Davis, Fernando Martín y Juanma López Iturriaga, con sanción para los árbitros de aquel encuentro, llevó a que el Barça desistiera y dejara por perdida la primera Liga ACB de la historia por incomparecencia en el tercer encuentro de aquella eliminatoria decisiva entre Madrid y Barça. Como aquella gresca, como aquella polémica, como aquella final, muchas otras. Los dos colosos mantienen la vitalidad de la competición a día de hoy, así como su magnanimidad en el palmarés: en esta nueva era domina el Barça sobre el Madrid (tres de distancia, los barceloneses han ganado diecisiete veces).
Más protagonistas
Una liga con tanta exposición genera protagonistas con pasmosa facilidad. Antonio Novoa, Juan Fernández, Evaristo del Río, Eduardo Portela, Francisco Roca y el actual, Antonio Martín, los presidentes; Lolo Sainz, Dusko Ivanovic, Xavi Pascual, Pablo Laso o Aíto García Reneses, en la nómina de entrenadores; Sabonis, Petrovic, Herreros, Creus, Epi, Llull, Navarro, los hermanos Reyes, Doncic, los hermanos Jofresa, Azofra, los hermanos Gasol, Villacampa o Rodríguez, entre los jugadores con más impacto.
Martín, que preside la institución desde 2018, valora en representación de la Liga Endesa esta mención: “La inclusión de la ACB en el Hall of Fame es un gran honor, y quiero agradecérselo al AS y la Federación Española, pero sobre todo creo que es el reconocimiento a todos los clubes y personas que lideraron la creación de la ACB hace 40 años y han desarrollado esta organización desde entonces. Su trabajo a lo largo de las últimas décadas ha llevado a la ACB a convertirse, desde hace ya tiempo, en la mejor competición nacional de Europa y una referencia dentro del mundo del deporte”.
Todos ellos han hecho más grande una institución pergeñada durante quince años entre reuniones, discrepancias y ganas por hacer más grande el baloncesto. Es por ello que la FEB, la institución que se hizo a un lado para dejarles paso, reconoce a la ACB como contribuidora en la edición del Hall of Fame español que coincide con el centenario federativo. De la mano, como se espera, para alcanzar el objetivo: mantener a España como referente de gestión y prestigio en este deporte.