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Real Madrid | Zidane-Real Madrid: el descanso se sembró en enero



La carta abierta de Zinedine Zidane al Real Madrid publicada en exclusiva este lunes por Diario AS refleja una temporada de convulsiones, claroscuro y situaciones que el técnico francés ha sufrido como nunca antes al tomar la decisión de marcharse del Real Madrid. El genio del Marsella nunca se había imaginado al inicio de la temporada el pasado mes de septiembre que adelantaría voluntariamente la liquidación de su contrato, que finalizaba en 2022. Comenzó el curso con el aval de haber conquistado la Ligue 34 hace dos meses, el bautizado como que. del coronavirus. Un título que llenó de lleno al francés dadas las adversidades que había sufrido su grupo, como el resto del equipo, por el encierro. Envió el mensaje a sus hombres de que cada partido era una final y que así ganarían la Liga ante un Barça que volvía del encierro con una ligera ventaja. Con esta filosofía, protegió al equipo en defensa y ganaron 10 partidos seguidos, lo que les permitió cantar alirón ante el Villarreal en el pintoresco silencio de Di Stéfano. Todos satisfechos con su trabajo: presidente, junta directiva y fans. Y la Prensa, cedió ante su carisma y su volumen de negocios en forma de títulos: 11, sólo tres de la leyenda Miguel Muñoz.

Pero en Madrid, se ganan y se olvidan en cuanto la pelota empieza a rodar. La crisis económica por la pandemia llevó al club a decirle al técnico que no habría gasto en traspasos. Por eso Zizou Él personalmente llamó a Odegaard para convencerlo de que regresara de su exitosa misión en San Sebastián. Fue la única novedad del equipo. Y ahí arrancó como titular en la primera jornada de Liga, empatando sin goles y jugando en los minutos finales con Marvin y Arribas, lo que se vio como un mensaje a la planta noble por la falta de refuerzos. Allí comenzaron las tensiones. Estos se agravaron con la abultada derrota en Valdebebas ante el Shakhtar (0-3), la teórica cenicienta de su grupo, y que sufrió en casa ante el Cádiz (0-1). Zidane ha sido acusado de haber desplegado a Marcelo o Isco, dos jugadores en fuerte declive y en mal estado físico. Ya se sentía cuestionado.

El claro triunfo en el Clásico del Camp Nou (1-3) calmó las aguas, pero volvieron a estar turbulentas tras la abultada derrota en Mestalla ante el Valencia (sí, sufriendo un infame arbitraje con cuatro penaltis señalados en contra, una cifra récord) y el medio pinchazo ante el Borussia Mönchengladbach en casa, salvando un punto cuando los blancos perdían 2-0 a los siete minutos y la sombra de la Europa League se cernía sobre sus cabezas. Para colmo, a finales de noviembre cayó ante Di Stéfano ante el Alavés (1-2), con otro polémico arbitraje por los dos penaltis anónimos sobre Marcelo y Hazard. El Atleti escapó de la clasificación y los críticos insistieron en que Zidane no lideraba un grupo que parecía estar a la deriva. Aquí es donde irrumpió el habitual Zidane. Consiguió ganar los dos partidos decisivos de la Champions League ante el Inter de Conte (¡curioso que el Madrid ahora quiera al italiano!) Y consiguió enganchar a su equipo con su carisma para no tirar la toalla. Pero en el mercado de invierno perdió dos piezas, Jovic y Odegaard, lo que adelgazó la profundidad de su guardarropa.

En enero, todo explotó. El Alcoyano dio la sorpresa de Copa noqueó a un Madrid estúpido (Isco y Marcelo volvieron a distinguirse) y poco después, el Levante venció al campeón de Liga en Valdebebas. Todo todavía parecía perdido. Y Zidane estuvo fuera durante dos semanas por dar positivo por COVID-19. Estas dos semanas le permitieron pensar fuera del estrés del trabajo diario y le dieron fuerzas para volver al viaje a Huesca con una rueda de prensa en la que defendió a su gente: “Seguimos siendo los campeones. Vamos a trabajar, solo estoy preguntando eso … «. La ruptura con el club ya estaba abierta, ya que extraoficialmente nunca se le pidió un reemplazo, pero circularon suplentes en los medios (reapareció el nombre de Mourinho) ante los cuales nadie dijo nada dentro de la entidad, ni siquiera un mensaje público de apoyo. Zidane no se sintió apoyado en su momento de mayor debilidad.

Y una vez más, Zinedine hizo el milagro de los panes y el pescado. Reactivó sus tropas pese al flagelo de las lesiones musculares y COVID, salvó su mejor versión de su trío de lujo (Casemiro-Kroos-Modric), inventó un dúo central imperial con Nacho y Militao (por las ausencias de Ramos y Varane), lo logró Al convertir a Lucas Vázquez en el mejor ala que regresa de la Liga hasta que su choque con Busquets en el Clásico lo sacó de la temporada, finalmente dio continuidad a Vinicius (el brasileño recuperó la confianza de ser el héroe de la ida ante el Liverpool) y Benzema se convirtió en el mejor Karim de todos los tiempos, siendo el estilete del equipo en la cima. El Madrid terminó la temporada a lo grande, a pesar de que en la noche del Sevilla, el arbitraje de Munuera y González González (en el VAR) consiguió algo inédito: que Zidane protestara al final del partido al ‘árbitro pidiendo explicaciones para lo decisivo. pena llamada Militao. Pese a todo, el equipo se mantuvo vivo en la Champions League hasta las semifinales, después de haber eliminado brillantemente al Liverpool de Klopp, y en la Liga hasta el último minuto, con este último gol de Modric que dejó el título a un remate de gol de Valladolid. Y contra el Chelsea, fue penalizado que Ramos, Mendy y Hazard jugaran en precariedad física, lo que le valió las críticas de la junta directiva del mismo aeropuerto londinense a su regreso. Todo ello, metido en la coctelera, llevó a Zidane a despedirse. El francés que es leyenda del Madrid y considera injusto que le cuestionen cada vez que ha habido algunos malos resultados. Esta vez, un tercer paso en el club de su corazón parece difícil.

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